UNA TARDE TRISTE
Eran las cinco de la tarde de un lunes feriado, el matrimonio Machado Ruiz regresaba de su largo puente festivo, la tarde era un poco gris y amenazaba lluvia, el señor machado conducía su auto y con una sonrisa de alegría y satisfacción conversaba con su pequeña hija de siete años quien contaba algunas anécdotas acaecidas en el paseo. Entre conversas y risas la familia apenas se percataba de la fuerte lluvia que empañaba el parabrisas y humedecía la vía, de repente un camión invade el carril contrario y choca fuertemente con el auto de la feliz familia enviándolos a un precipicio, el auto ha quedado suspendido en un abismo y sus ocupantes apenas se mueven, la niña asoma su cabecita por la ventana del auto y apenas puede mover su boquita ensangrentada pidiendo auxilio, los expectantes no se atreven a realizar ningún movimiento ya que el auto amenaza con irse al precipicio. La madre yace en la silla delantera con su rostro deformado por el impacto, el padre quien se encuentra aprisionado en el volante apenas mueve su cabeza como intentando ver a su pequeña hija aferrada a la ventana. Del camión desciende un sujeto pasado de kilos y con un rostro irónico pregunta ¿están vivos? Apenas abre su boca sale el característico olor a alcohol lo que delata su elevado estado de embriaguez, mientras los expectantes clavan su atención en el irresponsable conductor el auto de la familia siniestrada, realiza un movimiento repentino y se va al precipicio, la imagen de la niña en la ventana pidiendo auxilio se convierte en el cuadro más triste de esa tarde lluviosa.